A menudo coincido en el
tren del Alt Penedés a Barcelona con un vecino que, con sus 40 y tantos años, recién
ha vuelto a estudiar música. Durante años tocaba el fiscorno, añadiendo algunos
colores especiales a las coplas de una banda
cuyo compás acompañaba sardanas en la Plaza de la Catedral. Pero ahora, sin
perder el cariño por la música popular catalana, le ha dado tocar el trombón y
lo que le chifla es el jazz. Le han invitado a tocar en la big band de su
escuela a pesar de estar cursando solo el primer curso. Este hecho le aporta
regocijo porque él será “el más tonto del grupo”, rodeado de músicos con más traza
y así su aprendizaje será acelerado.
Entretanto él está
enseñando a su hijo de 9 años a tocar el trombón. El hijo mostró una inicial fascinación,
alimentada por los juegos propuestos por su padre, cómo lo de tocar en plan dúo
marchando por toda la casa y después a la plaza. Ahora ya el niño está con lo
esencial: la respiración y la producción de tonos largos, bonitos y sostenidos;
la posición del instrumento y la postura adecuada. El padre está en la fase de
remarcar la importancia de los aspectos fundamentales como aptitudes precisas,
como segmentos de un aprendizaje continuo y constante. Le dice que practique un
poco cada día, y siempre empezando con lo básico.
Dan Coyle en el “El
Pequeño Libro del Talento” advierte “La precisión importa sobre todo al principio,
porque las primeras conexiones establecen las rutas en el futuro. Los
neurólogos llaman a eso el fenómeno de bajar el trineo por una colina nevada.
Las primeras repeticiones son como las primeras marcas del trineo sobre la
nieve virgen: en intentos posteriores, el trineo tenderá a seguir esas guías.”
Josh Waitzkin en “El arte
de aprender” resume el camino a la maestría de esta manera:
"Empieza con los
fundamentos, obtiene una base sólida impulsada por la comprensión de los
principios de tu disciplina, a continuación, expande y perfecciona tu
repertorio guiado por tus predisposiciones individuales, mientras te mantienes
en contacto, sin embargo, de manera abstracta, con lo que te sientes como el
núcleo esencial del arte ".
El núcleo esencial del
arte de jazz desde luego será la improvisación. ¿Cómo desarrollar la habilidad
de improvisar? Dan Coyle diría que es por la combinación de habilidades duras y
blandas. Si las habilidades duras se aprenden mejor a través de la repetición,
la práctica constante y el esfuerzo, las habilidades blandas tienen más que ver
con registrar patrones y relacionarlos de forma intuitiva, tomar decisiones
rápidas donde la capacidad de reconocer oportunidades y la comunicación con los
demás son esenciales. “Se construyen jugando y explorando en entornos siempre
cambiantes en los que se potencian los desafíos…”
Josh Waitzkin explica que
a medida que la base de conocimiento crece, "El aprendizaje se convierte en
desaprender- una cuestión de comprender principios que son excepciones a los
iniciales. En este nivel, la psicología
trasciende la técnica, la mente
consciente permite que el inconsciente fluya sin obstáculos y sin perder precisión…”
Al final, la asimilación
y aplicación de la información implica trascender sus características concretas
y fomentar la sintonía entre la mente consciente y el inconsciente creativo. Si
el inconsciente es el caballo y la mente consciente el jinete, la maestría
viene a ser la habilidad de saber cuándo susurrar al caballo y cuando dar le
caña…
No hay comentarios:
Publicar un comentario