Una amiga mía, Alice Smith,
trabajó durante años como regidora y coach de actores en el American
Conservatory Theatre de San Francisco. En 1989 se ofreció como voluntaria para
gestionar una producción en la prisión de San Quintín de Esperando a Godot, "la esencial tragedia existencial". El
elenco y equipo fueron todos reclusos condenados a cadena perpetua,
afroamericanos, que aportaron una autenticidad asombrosa a la pieza. Beckett
dijo: "Vi las raíces de mi obra!"
Por supuesto el contexto cruel
del montaje intensificó el significado de la espera. Y la historia personal de
los actores transformó la cadencia y los silencios de la obra. La producción fue
descrita como intensamente vital, en la cual las palabras de Beckett
"separaron a los actores de la nada".
En un capítulo de Directing Beckett, Lois Oppenheimer entrevista al director sueco
de esa producción, Jan Jonson, quien describe algo del proceso de
creación del espectáculo. Para el escenario utilizó una piedra de la muralla de
la prisión y un árbol muerto encontrado en el jardín que parecía una figura de
Giacometti.
Jonson describe la noche del estreno en el gimnasio
de la prisión, la audiencia compuesta por funcionarios de la prisión, familia y
amigos, todos rodeados de guardias armados:
"... Al final de la obra Twin
y Happy [los
actores que interpretan a Vladimir y Estragon] estaban de pie ante ese árbol. Happy
pregunta a Twin, '¿Por qué no nos ahorcamos?' Y Twin responde: '¿Con qué?' Dice
Happy, 'No tienes cuerda?' Él está de pie allí preguntando a su mejor amigo si
deben colgarse. Les dije que hablaran el uno al otro como si estuvieran charlando
en una calle de Watts. Luego Happy dice a su mejor amigo, 'Y si viene?' Lo que
está diciendo es: ¿Qué haremos si el Departamento de Correcciones abre las
puertas y estamos a salvo? Así que se enfrenta el director del Departamento de
Prisiones, y sonríe y dice: 'Entonces estamos a salvo.' Eso fue mi regalo a Sam
Beckett. Le di eso. La producción era para él y para nosotros y el público. Y
entonces me acerqué al escenario y entregué a cada uno de los actores una rosa
roja.
"Después de la actuación, mientras
yo estaba recogiendo, unos guardias aparecieron y pusieron los hombres contra
la pared y les hizo desnudarse. Vi a estos chicos de pie totalmente desnudos, y
fue un shock. Con guantes de plástico los guardias empezaron a meter mano por todo
el cuerpo buscando droga. Empecé a gritar, ¿Pero qué hacéis?
"Encima de cada pila de ropa
había la rosa roja. Spoon estaba allí de pie, y cuando un guardia se acercó a
él por detrás le dijo, 'Tienes mi cuerpo, pero no mi alma.' "
Ahora, mi amiga Alice informa que
debido a que California ha estado llenando sus cárceles con jóvenes
afroamericanos y latinos a un ritmo alarmante, algunos de los presos en cadena
perpetua con buen comportamiento consiguieron la libertad. Todos los hombres
que participaron en la obra han sido excarcelados en los últimos años. Y
se reunieron con Jan Jonson para volver a montar Esperando a Godot en libertad. El año pasado la representaron en
Los Ángeles: dos actuaciones en el Actors Studio y uno en un gimnasio en Watts
(la comunidad de donde vienen dos de los hombres).
Alice dice: "El fin de
semana fue increíble e inspirador. Primero Jan habló sobre el trabajo que todos
hicimos juntos, y después presentó a los chicos. Hablaron sobre su vida - lo
que los llevó a la cárcel y la manera en que comenzaron a transformar sus vidas
a través del poder de la obra de Beckett. Reconocieron a sí mismos en el texto.
Increíble - uno de los chicos de Watts tenía sólo un nivel de lectura de primario.
Aprendió a leer haciendo la obra y se interesó por su propia educación después
de esa experiencia - quedó fascinado por el poder del lenguaje. Todos fueron
cambiados por la maestría y la humanidad de Beckett! ¡Nunca subestimes el poder
transformador del arte!".
Lee más en el
libro de Spoon Jackson: By Heart: Poetry,
Prison, and Two Lives
Y Directing Beckett de Lois Oppenheimer
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